Predecesores y vida de Dña. Inés Luna Terrero

    Don Joaquín Salcedo Verdesoto, que por rama materna, en orden ascendente, es su tatarabuelo o tercer abuelo, se casa a los 30 años con una noble salmantina de mucho lustre, Dña. Inés Francisca Álvarez Maldonado Castro y Formento. Tras ocho ansiados años de espera se inicia la descendencia masculina con José Gregorio, siendo un acontecimiento inusitado ya que  se corría el riesgo de no poder incorporar al patrimonio familiar los Mayorazgos de la rama de Doña Inés por exigir sucesión masculina.

    Tras varios años de litigios, una vez posicionado Don Joaquín recurrió al Consejo, solicitando que  a su costa se remitiese a la Chancillería, los autos de tenuta, para que se le diese el curso correspondiente en el juicio de propiedad del mayorazgo.

    El 23 de febrero de 1781 propuso su demanda de propiedad pretendiendo que respecto ser la cualidad de los mayorazgos litigiosos de nuda y simple masculinidad se declarase a José Gregorio por legítimo sucesor de los mayorazgos fundados por Alonso Pérez Corcho, Rodrigo Álvarez Maldonado, Juan Álvarez Maldonado y Doña Aldonza de Guzmán su mujer,

    Don José Gregorio. (Bisabuelo de Dña. Inés Luna Terrero), fue el único de los tres hijos que quedó en el hogar acompañando a los padres. Estaba llamado a recibir la cuantiosa hacienda de los ricos mayorazgos que le correspondía heredar de su tío Don Santiago, entre otros, los lugares solariegos de Carrascalejo de Huebra, Gomeciego etc.

    A partir de 1856 la posición social de los Terrero Salcedo experimenta una favorable transformación económica, debida mayormente a la herencia de Don Joaquín. Correspondiéndole por sorteo a Dña. Inés Salcedo, 43 lotes entre censos y propiedades. Percibiendo de Don Antonio Álvarez Maldonado y Aldonza de Guzmán, Carrascalejo de Huebra. Si bien la herencia recibida tenía complicaciones, no siendo todo liquidaciones limpias.

    Cercana la muerte de Dña. Inés Salcedo Rivas (abuela de Dña. Inés Luna Terrero) otorga testamento como universales herederas a favor de sus dos hijas, Inés y Marta, nombrando albacea a su esposo Don Antonio Terrero Perinat. Con la condición de que si una de ellas fallecía sin descendencia legítima, la superviviente debía recibir en propiedad la totalidad del legado.

     En el caso que la fallecida hubiera testado conforme a ley, la otra hermana seguiría con su usufructo, pudiendo testar a favor de sus legítimos herederos.

     En el caso de dejar de existir las dos hermanas, la totalidad del legado, es decir los dos usufructos, debían pasar a los descendientes legítimos de ambas.

     Dña. Inés Terrero Salcedo se casa con Don Carlos Luna Beovide, de cuya relación nace Inés Luna Terrero el 2 Julio de 1885.

         

                   

      Dña. Ines Terrero Salcedo                                      Don Carlos Luna Beovide

     Don Carlos al tiempo que se ocupaba del negocio eléctrico, atendía las fincas que a su señora le habían correspondido del testamento de su madre.

     Del lote de estupendas dehesas, Carrascalejo de Huebra, Gomeciego y Cuartón de Traguntía, Don Carlos fijo mayor atención en la última. Soñaba establecer allí una explotación semejante a las que él decía haber conocido en los Estados Unidos.

     Persona capaz y de total confianza de Don Carlos en los quehaceres de las fincas salmantinas era el montaraz Marcelino González. Don Carlos le había hecho venir de Carrascal del Obispo, permaneciendo al servicio de la casa 30 años. Hombre de buena formación primaría, con una caligrafía impropia de campesino. Estaba al tanto de las labores y problemas que pudieran suscitarse en el Cuartón, Gomeciego, Huelmo y Carrascalejo de Huebra, siendo desde esta última dehesa de donde salía a recorrer las otras fincas.

     Don Carlos Luna Beovide fallece en Madrid el día 7 de Mayo de 1916, Bebé (apodo cariñoso de Dña. Inés Luna Terrero) vivió feliz al lado de su madre durante los 6 años de viudez, falleciendo esta el 1 de Marzo de 1923.

     Tras la muerte de sus padres al ser heredera universal, se convertía en acaudalada terrateniente. Cuyo inventario índice registraba trescientas veinte propiedades, extensión territorial entre dehesas y fincas sueltas, aproximadamente de unos 35 km. Cuadrados, aunque parte de este crecido lote era proindiviso con su tía Emilia Marta, los enteramente suyos, sumaban ciento ochenta y dos.

     La gran y secular herencia fueron las dehesas: Cuartón de Traguntía, Barregas, El Huelmo, Gomeciego, Carrascalejo de Huebra, Mux, Alvarillo, Pito y Sierro, Fuenterroble de Abajo y Alcornocal, Rosario de valiosas fincas adscritas en tiempos, como hemos visto, a honrosos mayorazgos. No todas por entero vino a poseer Dña. Inés. Salvo el Cuartón, de las restantes les correspondía la mitad o cierta parte.

     El total de los bienes rústicos e inmuebles fueron tasados en 1923 en 1.002.746 ptas., suma equivalente ahora en más de 300.000.000 de ptas.

     Tan extraordinario patrimonio sufrió notable merma en los treinta años que Dña. Inés sobrevivió a su madre, no porque lo dilapidara o se deshiciera de él con prodigalidad, sino porque se vio apremiada a enajenar ciertas tierras para mejorar otras, debido a su reducido caudal dinerario. Con tesón luchó para conseguir que las mejores dehesas, El Huelmo, Gomeciego, Niebla, Barregas y Carrascalejo de Huebra, quedaran enteramente por suyas, a costa de sacrificios grandes, recurriendo a préstamos, con los consiguientes aprietos económicos.

     De las garras de un secuestro judicial pudo rescatar para sí Dña. Inés el proindiviso de Carrascalejo de Huebra, cargado por la manirrota economía de su tía, en cuatro préstamos hipotecarios, uno de 70.000 ptas., otro de 50.000, y dos de 100.000, El incumplimiento que los mismos acarreaban, abocó de un procedimiento a otro procedimiento, e irremisiblemente en la subasta del proindiviso. ¡Un campanazo! La venta se anuncio por edicto en la Gaceta de Madrid y Boletín Oficial de la Provincia de Salamanca.

     Llegado el día de la subasta se aprobó el remate a favor de Don Enrique García Martín como mejor postor por el precio de 421.000 ptas. Dicho señor compareció representando a Dña. Inés, con poder suficiente, otorgado por la interesada el 13 de octubre de 1923, por lo que Dña. Inés tuvo que abonar el precio del remate, incluyendo el importe de 11.800 ptas. Dadas como señal para participar en la puja, quedando de esta manera dueña absoluta de la dehesa. 

     El verano de 1923 lo dedicó Doña Inés a viajar, necesitaba cambiar de ambiente, los pésames y la tristeza la tenían agobiada. El mes de Junio descanso en el Huelmo, después se trasladó a Francia, pasando antes por Bilbao y San Sebastián. En un primer recorrido Dña. Inés visitó París, Viense y Bidart, llegando en Septiembre al condado inglés de Carito, para finalizar ya entrado el otoño en Cannes y Biarritz. Todo este recorrido lo hizo acompañada de Miss Max, a bordo de un Peugeot matrícula M-2218, descapotable, conducido por ella.

                    

Salón piso C/ Zurbano 44 Madrid                          Casa Palacio en El Cuartón

     Dña. Inés estaba orgullosísima de su Cuartón, Aunque si le hubieran preguntado por cuál de sus grandes fincas era capaz de cortarse un dedo, hubiera respondido que por todas, Huelmo y Gomeciego eran las niñas de sus ojos, Carrascalejo de Huebra y Alcornocal no digamos, pero el Cuartón era la predilecta, 

     Quebraderos de cabeza no le faltaron a Dña. Inés con la república. A poco de proclamarse el nuevo régimen, el campesinado y la clase jornalera amparada de disposiciones legales dictadas a su favor, comenzaron a darle guerra, registrándose durante los años de gobierno republicano un rosario de incidentes. En Carrascalejo de Huebra, después de dejar al descubierto la renta, apelaron contra la sentencia de desahucio.

     A causa de la guerra civil, la Miss Inglesa que acompañaba a Dña. Inés abandonó la casa, siendo reemplazada por Consuelo del Álamo, (ama de llaves). Otra persona que como Consuelo entró a formar parte del mundillo de la Señorita fue Francisco Martín, conocido familiarmente por “Quico”, estaba en Carrascalejo de Huebra, trasladándose definitivamente a El Cuartón el mismo día del asesinato de Calvo Sotelo.

     Al término de la Guerra Civil, debió correr la voz que se encontraba falta de dinero, porque la Sucursal del Banco Español de Crédito de Ciudad Rodrigo, sabedora que Dña. Inés estaba interesada en concertar operaciones de préstamos para atención de sus negocios, le ofrecía los servicios de la entidad.

     Pedro el Charro, corredor de fincas, estaba dispuesto a realizar una pronta operación con Carrascalejo de Huebra.

     “Me permito, sin el menor ánimo de molestia, solicitar de Usted me dé a conocer el valor que pretende, pues si estuviera en armonía con la finca, la prometo, solemnemente, una rápida operación con pago al contado sobre escritura. Así pues, espero de su conocida amabilidad, una proposición equitativa para sin perder mucho tiempo, hacer una operación en firme”.

     Había más personas con ganas de comprar la finca. El letrado de Dña. Inés, G. Lago, ruega le diga si es posible una operación de venta, pues son varios los clientes que lo tienen acosado, preguntando les informe sobre el particular, sin saber qué responderles.

     Debió tener G. Lago respuesta favorable de Dña. Inés, a juzgar por el aviso de visita al Cuartón con un probable comprador.

     Un vecino de Torre de Velayos trata de llegar a un acuerdo. ¿Cuál es el último precio, teniendo en cuenta lo baja que está la renta?

      Lazcano, agente de inmobiliaria, llega a ofrecer por Carrascalejo de Huebra 125.000 ptas., en la actualidad unos 12.500.000, pero nunca llegó a venderlo.

     En la postguerra Dña. Inés comprendió que para mejorar su economía rural había que sanear el campo y esa era su pretendida obra.

     Se hizo ganadera de reses bravas, empezando con la crianza de toros de lidia, sin hierro reconocido, en los pastaderos del Cuartón y el Huelmo que luego extendería a Gomeciego y Carrascalejo de Huebra.

     Los primeros ejemplares los consiguió cruzando vacas moruchas con sementales de casta.

     En 1946 pretende ser ganadera de tercera, condición que puede conseguir sin dificultad.

     En 1951 liquida Dña. Inés lo que le quedaba de la primitiva camada, vendiendo a Don Ramón y Don Lorenzo García peñalvo, vecinos de Tamames, sesenta y nueve cabezas de erales que pastaban en Carrascalejo de Huebra, por la suma de 148.000 ptas.

     Meses después renovaba totalmente la casta con un centenar de vacas, tres sementales, treinta y siete machos, entre añojos, erales y utreros, más siete cabestros, de la ganadería de Francisco Garzón, procedente de Gamero Cívico.

     Su hierro iba a ser una “Y” dentro de un círculo y punta de espada como señal en ambas orejas.

     A finales de Noviembre de 1952, debido a sus graves dolencias, decide Dña. Inés trasladarse a Barcelona para estar más cerca de su equipo médico,  teme nuevas recaídas. Falleciendo en la Ciudad de Barcelona el día 8 de Febrero de 1953, siendo enterrada en el cementerio nuevo, quedando sus restos en dicho cementerio hasta que años más tarde fueron trasladados por la Fundación de su Nombre a la  Capilla del Colegio del Pilar de Vitigudino, en donde reposan.

                   (La Prócer Dama Dña. Inés Luna Terrero, de Salvador Llopis)

           Inés Luna Terrero

      Firma Inés Luna Terrero

        Inés Luna Terrero

          Ines Luna Terrero

        Dña Inés Luna Terrero

  

      Dña. Inés Luna Terrero

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